almu ha vuelto


email Obseession


Un dia de estos contare el numero de veces que miro el correo en ocho horas de trabajo. De hecho he pensado hacer un estudio serio, teniendo en cuenta variables como la epoca del año, etc... En cualquier caso, creo que el resultado sera que tengo un trastorno obsesivo compulsivo de consulta de correo, agrabado con crisis leves de baja autoestima al ver que no recibo nada. Y eso me lleva a preguntarme ¿como hemos llegado a este punto en el que tendemos a valorarnos socialmente en funcion del valor numerico de nuevos mensajes sms/mail? Si el dinero no da la felicidad, ¿pueden lograrlo 160 caracteres?

mail misterioso


"Imagina que pasas por el vestíbulo de la parada de metro de Universidat de Barcelona. En el centro hay un rectángulo de césped artificial. En una de las esquinas del césped, hay una chhica que lleva unos pantalones impresos con una litografia de flores, césped, nubes y cielo... ¿Qué le dirías?

Deadline, ¡ya!"

No es lo que hubiera respondido, pero es algo que me ha inspirado ésto:

Habia una vez una chica sentada en el suelo, en un rectangulo de cesped artificial. Llevaba, en los pantalones, una litografia de flores, cesped, nubes y cielo. Se imaginaba surcando ese cielo azul, batiendo sus brazos como alas. Con frecuencia soñaba que le surgian plumas blancas, largas y delicadas, que le permitian volar. Las nubes escondian casas de personajes extraordinarios. Uno de sus mejores amigos eran unos tirolenses a los que habian conocido por casualidad, en uno de sus paseos por el cielo. Los Wolberg volaban agarrados al pendulo de su reloj de cuco, Cucú, que habia decidido aprender opera en Viena y cantar en la Scala de Milan. Cada vez que pasaba por la cuarta nube a la derecha -donde se escondia la casa de los Walberg- Cucú le contaba una vez más el momento en que tuvo aquella inspiracion, aquella revelacion artistica que le habia cambiado la vida. Los Walberg le interrumpian cada tres o cuatro palabras, con los mismos comentarios de cada vez: que si vaya susto que nos distes, que a nosotros nos gustaba tu sencillo cu-cú de cada hora, y no los recitales que nos haces ahora. Y no es que no los apreciaran; es que no les dejaban concentrarse en leer el periodico, contar los puntos de las interminables mantas que tejia mama-walberg ni aprenderse la lista de los reyes Godos al pequeño Hans.
En sus paseos por el cielo, le gustaba mirar hacia abajo, y ver a las personas corriendo atareadas de aqui para alla. Como pequeñas hormigas, se movian de un lugar a otro sin orden ni concierto. Y se sorprendia que, solo unos instantes antes, ella hubiera sido una hormiguita mas.
Aquella parcela de cesped, aunque fuera artificial, le permitia escaparse del cemento y el asfalto que lo sepultaba todo. Y cuando todo parecia pesarle demasiado en el alma y su mirada caia al suelo, aquella litogarfia en sus pantalones le permitia cerrar los ojos y sonreir de nuevo, sintiendo el cosquilleo que le producian en sus brazos las plumas al nacer.

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